Todos sin excepción en algún momento de nuestras vidas, hemos conocido en una primera vez a una o más personas, que nos dan una sensación bastante particular: ser más familiares que desconocidas.
Hay un punto en que las vivencias de cada persona – independiente de su credo, historia y proyectos de vida – se dan experiencias muy similares. En este caso me quiero referir a los encuentros con personas y los re-encuentros con espíritus familiares.
Es muy probable que cada año conozcas a nuevas personas, por los contextos en que te vas desarrollando. Estás nuevas personas en tu vida, tienen problemas, sueños y formas de ser al igual que tú.
La probabilidad de que una persona que llega a tu vida se lleve bien o mal contigo o viceversa es 50/50. En otras palabras, ya es un encuentro digno de celebrar que dos personas se crucen por los caminos que llevan recorriendo por sus decisiones, más impresionante es que se lleven bien.
Encuentro
Estos encuentros con personas que se llevan bien (sin esfuerzo), se caracterizan: por tener mucha química (no solo física, sino sobre todo psicológica), pasa mucho tiempo y se siente muy breve, un compañerismo innato y sobre todo, un fluir en lo que se dice. Estos encuentros por lo general, conllevan que posterior a esa primera vez, estás personas (y no solo me refiero a potenciales nuevas parejas, sino nuevos amigos o amigas) se junten y comiencen a desarrollar algún tipo de relación.
Cuándo lo anterior ocurre, se siente una infinidad de sensaciones, emociones y sentimientos de índole placenteros. Es un volver a empezar con alguien que hubo afinidad innata. Lo curioso es que esa persona, no llego ni antes ni después, sino en el momento preciso que tenía que llegar y que tú tenías que llegar a la vida de esa persona.
Ejemplos de lo anterior: amigos del colegio, universidad, el trabajo. Dicen que las personas se relacionan por tener intereses en común, sin embargo, hay casos que personas totalmente alejadas a lo que estamos acostumbrados, se llevan increíble. Lo anterior confirma lo impredecible de ese tipo de encuentros.
Nietzsche en su libro “Así hablo Zaratustra” plantea la relevancia de este tipo de encuentros: “Compañeros de viaje vivos es lo que yo necesito, que me sigan porque quieren seguirse a sí mismos – e ir adonde yo quiero ir»
Re-Encuentro
El caso de los re-encuentros ocurre en la misma situación espacio temporal de los encuentros, con la diferencia, de la intensidad y sorpresa de lo que se siente.
Los re-encuentros entre espíritus como así los llamo, se da cuándo no solo tienes buen feeling y complicidad innata con la persona, sino que sientes que la conoces de antes sin poder entenderlo.
Expresiones “siento que te conozco de antes” o “siento mucha confianza contigo”, son reflejo de ello. En esos momentos, el nivel de conversación es íntimo y profundo, no solo se habla de temas en común, sino de las vivencias fuertes y personales que se han experimentado.
Khalil Gibrán en su libro el “El Profeta” expresa de forma clara está amistad innata que se siente “Sus amigos son la respuesta a sus necesidades.
Ellos son el campo que siembran con amor y cosechan con agradecimiento.
Y ellos son la mesa y la lumbre.
Porque ustedes van hacia ellos con hambre y los buscan con sed de paz”
Se siente un cariño innato hacia esa persona, algo que con otras personas te tomaría meses, en solo unos minutos lo sientes con él o ella.
Sucede sorpresivamente que comparten vivencias en común, teniendo un pasado (aparentemente) totalmente diferente uno del otro.
Este tipo de re-encuentros suceden pocas veces en la vida. Se puede expresar en parejas, amigos que se conocen en una noche y se suman al camino de vida durante años, comenzando una evolución en conjunto. Esa persona se transforma en un espejo de tu interior, dónde confías sin saber las razones, te abres y apoyas sin cuestionártelo y es un regalo literalmente que llega a tu vida.
No importa la edad ni credo, estos re-encuentros llegan para llenar espacios que por uno mismo no ha logrado satisfacer. Son por así decirlo, partes del espíritu que al estar juntos, comienzan a vibrar hasta el punto de hacer una canción llamada amor sin condiciones.
Los “Encuentros” enseñan a que no sabemos con quién ni cuando nos vamos a encontrar y llevar bien. Los “Re-encuentros” enseñan que la vida es más que lo que creemos y que en un abrir y cerrar de ojos, nos pone a una o más personas, para hacer una familia… una familia espiritual.
Lucas Estrella en su hermosa obra de “El Oráculo del Guerrero” expresa la belleza y sentido de estos re-encuentros y mantenerlos durante la vida “El camino te llevará toda la vida. ¿Por qué hacerlo sólo? Es bueno recorrerlo acompañado. Busca entonces al hermano del Camino. Con él podrás recorrer la senda de igual a igual. Cuando él esté cansado, tú deberás seguir remando. Cuando tú duermes, él vigilará. Cuando uno tropiece, el otro estará allí para ayudarle. Cuando uno esté enfermo, el otro acudirá en su ayuda.
Poco a poco los lazos se fortalecerán, y vuestros corazones se alegrarán al abrazarse de Guerrero a Guerrero luego de cada batalla. Compartirán lo sagrado y lo profano por igual. Compañeros de plegarias y de borracheras seréis. Cada uno con su vida, sus amores y penurias, sumergido de lleno en la vida. Pero en medio de la vorágine, recordarás a tu amigo y el corazón se sentirá reconfortado. Año tras año recorrerán juntos la Senda Sagrada del Guerrero. Espalda con espalda, cien combates serán cien victorias.
Y un día lejano, al final de vuestras vidas, os sentareis uno al lado del otro, a contemplar el sol ponerse en el silencioso desierto.”